BIENVENIDA


En este blog nos contaremos cosas de la biblioteca del cole y hablaremos de libros, vídeos, canciones y todo lo que tenga que ver con la lectura y la literatura, especialmente con la literatura infantil y juvenil. Participa con tus comentarios y sugerencias y síguenos.

LECTURA Y FAMILIA

Vamos a inaugurar esta página con una interesante aportación de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.No dejéis de ver el vídeo con las ilustraciones de Arnal Ballester
http://www.lecturalab.org/story/Leer-en-casa-seis-llaves-para-potenciar-la-lectura-desde-la-familia-ilustradas-por-Arnal-Ballester_2028

Esta fundación desarrolla, entre otras muchas, una importante labor de investigación acerca de la lectura y la escritura y cuenta con un extenso centro de documentación del que iremos rescatando algunas joyas como éstas:


Fundación Germán Sánchez Ruipérez
Centro de documentación. CILIJ. Salamanca

Y ahora unos cuantos artículos que nos pueden aclarar algunas cosas...
          Título: Suavecito, sin artilugios ni parafernalias / Taller de Animación a la Lectura del Fondo de Cultura Económica 
          Resumen: El equipo de animación de FCE ofrece una interesante reflexión sobre la promoción de la lectura en el hogar y en la escuela. Esta reflexión va acompañada de sugerencias prácticas y propuestas concretas para despertar y alimentar el interés de los niños y niñas hacia los libros en estos dos ámbitos. Como colofón, se ofrece un pequeño decálogo, en negativo, sobre lo que no hay que hacer para fomentar y asentar el hábito lector en la infancia. LM/Dic.01/LM
Materia: Promoción de la lectura en los hogares
Materia: Promoción de la lectura en las escuelas
Fuente: En: Espacios para la lectura. -- México, 2000. N.5. P.18-19
Disponible en: http://www.fundaciongsr.org/documentos/5795.pdf

         Título: El Hogar como caldo de cultivo en la formación de lectores / Luis Bernardo Yepes Osorio
 
         Resumen: Para formar a futuros lectores se necesita, facilitarles el acceso a los libros, pero además, es necesario que exista un ambiente social favorable a la lectura. Este artículo incide principalmente en la familia, la escuela y la biblioteca como agentes sociales que deben suscitar el ánimo lector de los más pequeños. En muchos ámbitos, es fundamental la educación de los padres, y ésta es labor de las escuelas. Sólo familiarizando a los padres con la lectura, y fomentando su gusto por la misma, podrán interesarse en la educación lectora de sus hijos. Si la lectura penetra en los hogares, será más fácil que las actividades de promoción de la lectura tengan más eco entre los pequeños. L.F.T.P./Marzo05/L.F.T.P.
Materia: Promoción de la lectura en los hogares
Materia: Actividades promotoras de la lectura
Materia: Relación padres-escuela
Fuente: En: Educación y Biblioteca. -- Madrid, 2004. N.140. P.48-50
Disponible en: http://www.fundaciongsr.org/documentos/6829.pdf


Tampoco tiene desperdicio el siguiente artículo de Yolanda Reyes, pedagoga, escritora y directora de Espantapájaros Taller, un proyecto de formación de lectores dirigido a niños, padres, maestros y bibliotecarios

  • Leer al calor del hogar
Por: Yolanda Reyes
2003
“El pequeño mundo que uno encuentra al nacer es el mismo en cualquier parte en que se nazca; solo se amplía si uno logra irse a tiempo de donde uno tiene que irse, físicamente o con la imaginación.”
Augusto Monterroso.

En ese mundo pequeño que es el hogar, se aprende lo fundamental sobre la vida. Sin tableros, ni pupitres ni uniformes. Casi por ósmosis, sin que nadie se dé cuenta cómo ni a qué horas, entre rutinas y sobremesas, entre lo que se dice y lo que no se dice, las cuatro paredes de la casa son la primera imagen del mundo. Los valores, las actitudes, los modos de ser, de sentir y de pensar, la manera de mirar, tienen sus raíces en esa primera escuela a la que, por fortuna, no han llegado aún las innovaciones de la tecnología educativa.
Es realmente una fortuna. En las casas no se habla de objetivos, ni de metodologías, ni se evalúan periódicamente los resultados, ni se rinden informes. Se vive, simplemente. Y es en ese fluír de la vida, sin planificar, donde crece la gente. La escuela tiene mucho que envidiarle a ese sistema pedagógico , donde todo sucede de una manera mas espontánea y más real. Sin compartimientos, ni disciplinas separadas, ni horas asignadas para tal o cual destreza. Por eso, hablar de lectura en el hogar es hablar de muchas cosas al mismo tiempo.

En primer lugar, no suena muy apropiado ese nuevo rótulo tan de moda de “Promoción de Lectura” para lo que se hace en un hogar. No creo que en el hogar se hagan promociones de ninguna clase. El término, tomado del lenguaje comercial, tiene un sesgo cuantitativo que me parece sospechoso. Desde siempre ha habido hogares con padres, madres, abuelos, tíos o nodrizas que sembraron en los niños el amor por las historias y por los libros. Dudo que lo hubieran hecho a propósito, siguiendo unos objetivos predeterminados...Lo más probable es que solo quisieran pasar un buen rato, o domar a las pequeñas fieras que suelen ser los niños, para que se estuvieran quietos unos minutos. Las dos intenciones son, en sí mismas, maravillosas. Porque disfrutar simplemente del placer de una historia o confiar en el poder hipnótico de las palabras, es creer de antemano en la lectura.

Esa creencia no se aprende en talleres ni en libros especializados, aunque ahora estén tan de moda las escuelas para padres. Las creencias se tienen o no se tienen y eso nos remite al círculo interminable de la vida; a las infancias de los que ahora somos padres y a las de nuestros padres y, así sucesivamente, en la memoria colectiva. Indagando en nuestros sentidos y en nuestros sentires, que tienen que ver con una historia personal, podemos encontrar nuestras propias ideas para que los hijos se acerquen a los libros en el hogar.
A simple vista podría pensarse que niego la posibilidad de cambiar lo que ya está dado o de salirse de una “estructura familiar” y eso suena muy pesimista, sobre todo si tenemos en cuenta que en Latinoamérica solo una minoría ha crecido en ambientes familiares cercanos al libro. Pero ése no es el sentido. Lo que propongo es partir de una búsqueda personal , empezando por el principio, que somos nosotros, y no por el final, que son los niños. Porque somos los adultos, con nuestras lecturas y con nuestras palabras, inscritas desde mucho antes de ser padres, el texto de lectura primordial al que se enfrentan los niños.

Los arrullos y las canciones, los cuentos que otros escribieron en nosotros cuando fuimos niños, las retahílas, los conjuros, las leyendas y todos esos juegos de palabras que hacen parte de la tradición oral, son los más ricos textos de lectura de la primera infancia. ¿Quién no recuerda alguno? Un arrurrú mi niño, arrurrú mi sol, un aserrín aserrán o cualquiera de esas historias que se cuentan en los dedos de la mano... En el campo o en la ciudad, ahora o hace veinte, o cincuenta años, la infancia tiene sus propios textos de lectura.. Y una de las ventajas de ser padre es que uno puede darse el lujo de recrear su propio repertorio. Basta con buscar entre la memoria, preguntando aquí y allá por ese cuento que nos gustaba tanto, por esas fórmulas de comenzar y terminar las narraciones, que nos remontaban al tiempo mítico del “Había una vez hace muchísimos años...”
Todos los padres tenemos el poder de volvernos cuenteros, juglares y trovadores con nuestros propios hijos. Nuestras historias, nuestras canciones -afinadas o no- nuestras voces y nuestros tonos pueden resultarles más interesantes que ningún otro texto. Porque les hablan de sus orígenes, porque vinculan a las palabras con los más cercanos afectos. Porque nombran los temores y conjuran las sombras y establecen otro tipo de comunicación más estrecha, más significativa y auténtica que la que suele entablarse en la vida escolar. Al conocer los intereses, los temores y las características de cada uno de sus hijos, mejor que nadie en el mundo, los padres son los más capacitados para revelar los misterios que encierran las palabras. Esos misterios que constituyen la esencia del placer por la lectura.

Naturalmente, no todo se reduce a estas buenas intenciones. Se necesitan algunos ingredientes. En primer lugar, tiempo. Un tiempo ritual, lejos de las presiones cotidianas para otorgarle otro espacio a la palabra. Además de su función informativa e instrumental, las palabras permiten viajar, soñar, desear, acariciar, cantar y expresar. Un cuento antes de dormir, todas las noches, o una sobremesa para conversar en familia, o un libro apasionante que se lee por entregas, le confieren a las palabras poderes mágicos y vinculan a la lectura con el placer.

Pero, además de tiempo, necesitamos una actitud diferente, abierta al diálogo y al encuentro con todo lo que quieren decir los niños. Escucharlos, para permitirles expresar su mundo, sus fantasías, sus historias, sus opiniones, sus acuerdos y sus desacuerdos. Respetar sus argumentos y ayudarlos a formar su criterio, que no tiene que ser el nuestro. Alimentar sus puntos de vista, proporcionarles referencias culturales, estimular su imaginación y su inventiva, todo ello constituye el trabajo de los padres en la formación de nuevos lectores.
Para responder a esos retos, regresamos al punto de partida: Se necesitan padres lectores, asiduos visitantes de las bibliotecas y de las librerías, en busca de material para alimentar los sueños de sus hijos. Y se necesitan padres lectores, no solo para que eduquen con el ejemplo, sino para que transmitan por ósmosis una idea de lectura más vital y menos académica. Padres que esperan ansiosos el periódico de la mañana y madres que roban tiempo a sus quehaceres diarios para enfrascarse en su novela preferida. Padres que, además de regalar juguetes, regalen libros. Madres que puedan encontrar en las páginas de un libro los mejores secretos de la cocina o de las plantas, la mejor historia para compartir en voz alta con sus hijos o el conjuro más poderoso para dormir a su bebé.

A encontrar esos y muchos otros secretos en la lectura, se aprende en el hogar y lo que está en juego no es el número de ejemplares que pueda tener la biblioteca paterna ni los títulos universitarios que estén colgados en las paredes. Es mucho más sencillo y más barato que eso. Es compartir una cierta fe en las palabras. Es creer en el valor del lenguaje para enriquecer la experiencia, para crear y recrear el mundo. Es dejar una puerta abierta para que los libros y las palabras se instalen cómodamente en el sofá y ocupen un lugar importante en la vida cotidiana.


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Otro de los lugares imprescindibles para visitar y conocer recursos, estrategias y actividades que podemos realizar en casa en favor de la lectura, pero sobre todo para saber con qué actitud debemos entregarnos a esta tarea es el portal S.O.L. De ahí extraemos estos
Dos decálogos para disfrutar del potencial de la palabra escrita y de la palabra pronunciada. Reflexiones y estrategias para que madres y padres acerquen a los niños y niñas a los libros y a la lectura
0-5, 6-8, 9-11, 12-14

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Primer decálogo
Antes de comenzar a desgranar los contenidos del decálogo que sigue a estas líneas, convendría decir que un documento de este tipo es, sobre todo, una manera de promover o de propiciar la reflexión (en este caso, en el seno de la familia) y quizás pueda ser también una fuente de sugerencias de acciones para promocionar la lectura, para acercarse a los libros, para apreciar la cultura.
Una familia comprometida con la lectura...
1. Es aquella que anima a leer incluso antes de que su hijo o hija sepa leer. Proporcionar a niños y niñas libros bien ilustrados para que hojeen y se recreen mirando las imágenes es una buena manera de empezar a amar la lectura.
Los libros sin texto también se leen, es evidente. Las personas adultas podemos hacer de mediadores con los pequeños, pero también favorecer el que ellos y ellas interpreten lo que ven dibujado o fotografiado a su manera y que dialoguemos sobre esas interpretaciones. Un libro siempre es una oportunidad para la sorpresa y para el encuentro.
2. Es aquella que cuenta cuentos a sus hijos e hijas, les recita rimas y poesías, se las lee en voz alta y llena sus oídos de musicalidad y de magia.
A lo largo del día (y probablemente unos días más que otros) hay algunos momentos especiales para que –desde los primeros meses o años– niños y niñas oigan las más hermosas palabras rimadas y cantadas, acompañadas de juegos con las manos y de cálida musicalidad. Para ello podemos utilizar libros que contengan retahílas, folclore infantil, letrillas, canciones, historias rimadas… y aprovechar las que nosotros conocemos, las que nos cantaron y contaron nuestros padres y madres, los abuelos y abuelas. Convertirnos en eslabones activos de la transmisión oral
3. Es aquella que da ejemplo leyendo libros, revistas, periódicos y permite que sus hijos e hijas los sorprendan frecuentemente con uno de ellos en las manos.
Reconociendo que nada es infalible y que ninguna práctica nos asegura el éxito, parece razonable pensar que si nuestros hijos e hijas nos sorprenden frecuentemente con material de lectura en nuestras manos, es posible que sientan una creciente curiosidad por saber qué guardan, qué contienen esos libros, revistas o periódicos…
4. Es aquella que acompaña a sus hijos e hijas a visitar exposiciones, que asiste a funciones de títeres o teatro y a otros espectáculos culturales para ir afinando la sensibilidad y la imaginación de sus pequeños.
Es evidente que los caminos que conducen a la lectura y al libro son diversos y, en ocasiones, variopintos. Todo aquello que potencie y desarrolle la sensibilidad y la imaginación parece encaminado a ofrecer argumentos favorables para el acercamiento a todas las manifestaciones de la cultura y, por supuesto, al libro, a la lectura y a las bibliotecas.
5. Es aquella que comparte y comenta las lecturas de sus hijos e hijas.
Desde que nuestros hijos e hijas son pequeños podemos hojear con ellos y leerles libros, haciendo distintas voces según sea el personaje que habla, abundando en gestos y expresividad y haciendo de la lectura un tiempo agradable y divertido. Es adecuado estar siempre dispuestos y dispuestas a abrirles un libro para ayudarles a desvelar su contenido y hablar y comentar cómo son, cómo se comportan, qué han hecho, qué podrían hacer quienes lo protagonizan.
6. Es aquella que acompaña a sus hijos e hijas a los lugares donde están los libros (librerías y bibliotecas) para mirar y seleccionar juntos y los anima a acudir a la biblioteca escolar del colegio.
Interesarse, acompañar y ayudar a elegir, orientando a las criaturas sobre lo más adecuado a su edad, a sus intereses. El padre y la madre pueden buscar previamente asesoramiento en el profesorado especializado, en las personas encargadas de la biblioteca, etc.
7. Es aquella que fomenta y cuida la biblioteca familiar o personal y destina en su casa un espacio adecuado para ello.
Es una buena práctica, favorecedora del aprecio por los libros y la lectura, el hecho de formar, desde los primeros años, la biblioteca personal del niño o de la niña: un espacio de fácil acceso donde se irán colocando los libros regalados o comprados, pero también las revistas del colegio o los libritos que puedan ir haciendo en clase, álbumes de cromos y de fotos, etc.
8. Es aquella que aprecia y lee, con sus hijos e hijas, las publicaciones que se hacen en el colegio.
Si el centro de enseñanza al que acuden nuestros hijos e hijas realiza publicaciones periódicas: monografías, revistas, libritos…, cuando llegan a nuestras casas esas publicaciones debemos tomarlas con interés y leérselas o leerlas y comentarlas con los pequeños.
9. Es aquella que comprende que la compra de un libro no es algo excepcional, aunque en las fechas señaladas (cumpleaños, Día del Libro, Reyes, etc), no debe faltar, sino que lo considera parte de los gastos de educación de sus hijos e hijas.
Los libros son portadores de la fantasía, de los recuerdos, de la historia, de la cultura… Deben ser alimento cotidiano para el cerebro y no deberían faltar en la infancia de ningún niño, de ninguna niña.
10. Es aquella que se ocupa de ver algunos programas de televisión, películas de vídeo, etc. con sus hijos e hijas y que, juntos, comentan y comparten la experiencia.
Nada lograremos oponiendo la lectura o los libros a los medios audiovisuales. Es preferible la estrategia de la convivencia a la del enfrentamiento (como en la vida). Por tanto, cuando podamos, veamos también los programas, las películas, los vídeos que ellos y ellas ven para poder intercambiar opiniones y contrastar pareceres o para poderles explicar determinadas escenas o situaciones que, a  edades tempranas, es probable que no entiendan.

Segundo decálogo 


Así, a primera vista, puede parecer de una osadía grande que alguien proponga una batería de sugerencias para realizar en familia y que tengan como finalidad, practicar el sentido del humor. Estamos hablando de un sentido del humor entroncado con la inteligencia, con la imaginación, con la capacidad de crear, con el ingenio…; de estrategias, en definitiva, que nos van a permitir  imaginar, inventar, escribir, compartir, sonreír…
Estos recursos humorísticos con el uso de las palabras pueden servirnos en situaciones informales: un viaje en coche, una sentada bajo un árbol para tomar el fresco, una sobremesa de verano, incluso durante un paseo que no plantee excesivas exigencias físicas… Y también, en el terreno de la formalidad, sentados cómodamente en casa, dispuestos a compartir un rato con los que nos rodean, jugando con algo tan asequible como son la comunicación y la palabras propias.
En otro artículo hemos ofrecido un decálogo de acciones para practicar la lectura o mejorar la sensibilidad y el compromiso hacia ella. Ahora vamos a elegir también diez propuestas. Será pues un segundo decálogo, en este caso, para practicar, mejorar y divulgar el sentido del humor: un recurso personal de máximo interés. Todas las propuestas que hacemos pueden tener una solución oral, pero también se prestan a ser resueltas cogiendo lápiz y papel y escribiendo las respuestas para luego ponerlas en común.   
1. Empezamos con los números. En un primer momento, podemos sugerir construir rimas para los primeros números naturales. Podemos hacer que cada persona de las reunidas, tenga que construir una rima con el número que correlativamente le toque o sugerir otras formas de abordar la cuestión.
He aquí algunos ejemplos:
«El 0 es la forma de la luna de enero; el 1 es un luchador de sumo; el 2, las manecillas del reloj; el 3, dos puertas y una pared; el 4 las patas de la silla de mi cuarto; el 5, Enrique, Natalia, Jesús Azucena y Mingo; el 6, la mitad de doce, ¡qué queréis!; el 7..»
2. Seguimos con las operaciones. Sugerimos centrarnos en la multiplicación (pero sin descartar la suma, la resta…). Elegimos una tabla de multiplicar y cada cual, por turno, va construyéndola. O alguien hace de
«madre» del juego y plantea la primera parte de cada pareado para que luego haya que construir la rima divertida. Veamos un ejemplo con la tabla del siete:
Siete por una es siete.
Ayer me comí varios peces.
Cuatro por dos son ocho.
Desayuné leche y bizcochos.
Siete por tres, veintiuna.
Llevo tres noches sin ver la luna.
Cinco por cuatro, veinte.
A tu boda acudió mucha gente.
Ocho por cinco, cuarenta.
Hagamos la paz y no la guerra.
Nueve por seis cincuenta y cuatro.
Mañana iremos al teatro.
Seis por siete, cuarenta y dos.
¡Qué feos que son los trolls!
Ocho por ocho, sesenta y cuatro.
¡Estate quieta mientras te retrato!
Cinco por nueve, cuarenta y cinco.
Tomaré gambas y un vaso de vino.
Nueve por diez, noventa.
Yo creo que habrá tormenta.
3. Pasamos a la geografía. Jugamos con nombres de países y capitales, pero podemos utilizar igualmente nombres de ríos, de mares, de islas… Eso ya dependerá de los conocimientos que cada grupo posea. La propuesta es repasar nociones geográficas y realizar rimas divertidas.
Si elegimos nombres de países y capitales, el juego lo estructuramos así: uno hace la pregunta, otro responde y un tercero elabora la rima (el juego permite múltiples variantes).
China, ¿capital?
Pekín
Me gusta el oso panda, la liebre y el delfín.
                
Italia, ¿capital?
Roma
En casa tengo lápiz y goma.
4. Jugamos a coleccionar. Por ejemplo, frases hechas:
Echar una mano, quedarse con un palmo de narices, caérsele a uno el alma a los pies, mandar (algo o alguien) a freír espárragos, tirar la casa por la ventana, meter la pata, hablar por los codos, quedarse de piedra, tener un humor de perros, venir como anillo al dedo, ver las estrellas...
Aquí la propuesta puede variar: podemos explicarlas, dibujarlas o escribir textos utilizando varias de ellas. Atendiendo a esta última sugerencia, éste podría ser uno de los resultados:
«Yo arrastraba una enfermedad y mi hermano siempre me buscaba las cosquillas. Dijo el médico, que se enrolla como una persiana, que sólo debía comer a la hora de la cena. Cuando mi madre me puso la cena en el plato, yo creí que me la comería con los ojos, pero se me cayó el mundo encima cuando me di cuenta de que era verdura. Ese hermano que siempre tiene ganas de tocarme las narices se puso a reír y entonces lo mandé a freír espárragos».
5. Podemos coleccionar más. Por ejemplo, titulares de noticias aparecidas en periódicos serios. En un cuaderno familiar, de formato grande, podemos ir guardando y pegando esas y otras cosas que los miembros de la familia vayan descubriendo: un anuncio divertido, una fotografía que nos llama la atención o que nos hace reír, etc. En lo que respecta a los titulares de noticias, los hay muy ocurrentes, más todavía si pensamos que el periodista o la periodista que los escribió no pretendía provocar la sonrisa o la carcajada. Ahí van algunas perlas:
«Decenas de niños serán ofrecidos en trigo o aceite a la Virgen de Torreciudad»
«Una familia de Madrid encuentra en un pan el trozo de un dedo de su panadero»
«Condenado por ebrio un conductor que paró para ayudar en un accidente»
«Los cerdos pueden volver a seis comarcas de Lleida»
«Un paciente fallecido hace tres años recibe para 2004 la cita que pidió para el especialista en 1998» «Despedida de un hotel de lujo una mujer bigotuda por no afeitarse»
«Los cerdos británicos tendrán que jugar, por ley»
«Una mosca daña a la agricultura de California»...
6. Exploramos las palabras monosílabas. Pensemos, para empezar, en la palabra PAZ, tan utilizada, tan deseada… Sugerimos que cada cual piense en una paz diferente; que podría ser: una paz musical (Piano – Armónica – Zambomba), una paz animal (Pécari – Armiño – Zorro), una paz alimenticia (Pan – Arroz – Zanahoria), una paz adjetiva (Pacífico – Artístico – Zalamero) y así sucesivamente. Una vez agotadas las posibilidades de hacer las paces de mil maneras, podemos pensar en otros monosílabos: MAR – PAN – SAL… y trabajar con la misma estrategia. Resulta interesante y curioso.
7. Construir ABCdarios. Aquí las posibilidades suelen ser grandes y los retos variados. Uno consistiría en resolver el desafío de una manera más sencilla o irla complicando. Por ejemplo, podemos empezar por una retahíla de nombres de persona o de animales o de cualidades…, de la “A” a la “Z”. Cada uno de los jugadores dice una palabra ordenada alfabéticamente respecto de la anterior. Una segunda posibilidad, un poco más complicada es la de crear una rima divertida. Así, si estamos relacionando animales, podemos decir:
La Avutarda es un ave con patas largas.
El Bisonte corre alegremente por el monte.
La Culebra pasa el invierno escondida en las piedras…
Si el desafío se establece con nombres de mujer:
Azucena no vino ayer a nuestra cena.
Beatriz cría en la jaula una perdiz.
Candela viste siempre faldas de tela…
8. Escondemos nombres de objetos, de oficios, de cualidades, etc. en nombres y apellidos inventados. El juego resulta muy ágil y divertido, como veremos. Se trata, como ya sugiere el título, de decir un nombre de persona real, seguido de un apellido inventado. Juntando la última o las dos últimas sílabas del nombre con todas las del apellido, debe poder leerse una palabra con sentido. Como: Aitor Nillo (tornillo) – Alejandro Medario (dromedario) – Mercedes Capotable (descapotable) – Teresa Lamandra (salamandra) – Ernesto Millo (tomillo) – Federico Mercio (comercio) y así hasta el infinito.
9. Interrogantes creativos. Aquí proponemos crear preguntas que tienen difícil respuesta o que permiten un abanico de respuestas imaginativas y divertidas. Podemos utilizar las frases hechas para elaborarlas (son un buen filón) y luego ver quién es más ingenioso a la hora de construir las respuestas.
Estas podrían ser algunas preguntas:
¿Por qué solemos tener un humor de perros en lugar de tener un humor de gatos?
¿Por qué nos ponen  el culo como un tomate, en lugar de ponérnoslo como una pera que es más dulce? ¿Por qué en lugar de echar una mano no echamos un pie?
¿Por qué a la cama la llaman cama y a la cómoda la llaman cómoda, si la cama es más cómoda que la cómoda?
Y ahora una pregunta con respuestas:
¿Por qué siempre llevamos una mosca detrás de la oreja en lugar de llevar una margarita?
Porque Margarita es mi prima y pesa 80 kilos.
Porque no podría soportar estar tan cerca de mi madre, que se llama Margarita.
10. Inventando coplas. Para terminar este decálogo, haremos una propuesta muy festiva. Se trata de festejar las parejas interétnicas, de celebrar matrimonios entre personas de diferentes países, construyéndoles una coplilla de homenaje. Podemos centrarnos en un continente solo o acercarnos al país y celebrar uniones entre gentes de diferentes comunidades autónomas. La cosa podría quedar así:
Si un inglés se casa con una francesa,
no faltará nunca un trozo de queso en la mesa.
Si un alemán se casa con una italiana,
comerán pasta y salchichas, siete días por semana.
Si un aragonés se casa con una  catalana,
se darán un abrazo la jota y la sardana.
Y así sucesivamente…
Mariano Coronas  Cabrero
(Maestro de Primaria y bibliotecario escolar)
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Y otra fuente de información interesante son los libros, como no. Entre los imprescindibles estaría éste:
  • ¿Cómo encontrar en casa el gusto por la lectura?
Algunas recomendaciones infalibles
Autor: Georgina Merino
Ed.: Banco del Libro

Contrario a lo que algunos adultos piensan, es el hogar y no la escuela el mejor lugar para desarrollar el hábito y el gusto lector de los hijos, pues los padres están mucho más vinculados a ellos afectivamente. Aquí se expone una serie de tips prácticos para fomentar la lectura en casa. La creación de espacios adecuados, la selección conjunta de los libros, los momentos más oportunos para leer y algunas estrategias de narración forman parte del contenido de esta publicación que se propone “desescolarizar” el acto lector y convertirlo en una experiencia compartida para que tanto padres como hijos se transporten, sueñen y se diviertan.






 Un buen puñado de consejos y orientaciones para fomentar el gusto y la práctica de la lectura y la escritura en familia








  • Página del ministerio de educación con bastantes recursos educativos para toda la comunidad educativa, entre ellos un apartado específico para la lectura y la escritura